Este día de Pentecostés tenemos la
oportunidad de pedir al Espíritu
Santo que abra las puertas de nuestro
corazón, nos regale la paz, y que
seamos portadores de ella a
dondequiera que nos presentemos.
Hoy en día, el mundo, más que
nunca, necesita la paz. Hay guerra y
destrucción en varios países, dando
como resultado vivir deseando la
paz. La gente sufre atrapada en la
incertidumbre y el miedo. Ojalá que
hoy escuchemos este mensaje y se
hagan realidad para muchas personas
estas palabras: “Jesús les volvió a
decir: ¡La paz esté con
ustedes!” (Juan 20:21).
El Espíritu
Santo se manifiesta para el bien
común, es decir, no es para unos
cuantos, es para todos.
En una de sus catequesis sobre el
Espíritu Santo, San Cirilo de
Alejandría explicaba lo siguiente:
“De igual modo el Espíritu Santo,
siendo uno solo y siempre el mismo e
indivisible, distribuye a cada uno sus
gracias según su beneplácito. Al
igual que un árbol seco, al recibir
agua germina, de una manera
semejante el alma pecadora al
recibir al Espíritu Santo, el don del
arrepentimiento produce frutos de
justicia. Siendo siempre igual y el
mismo, produce diversos efectos
según su beneplácito de Dios y en el
nombre de Cristo. De hecho, se sirve
de la lengua de alguno para
comunicar sabiduría. A otro le
ilumina la mente con el don de
profecía. A otro le da el poder de
arrojar demonios. A aquel le da el
don de interpretar las Escrituras”.
¡Ven Espíritu Santo, y llena nuestros
corazones de amor!
Gospel Meditation
When I was a seminarian almost 20
years ago, a bank vice president
taught us etiquette classes. She said,
“Gentlemen, please make sure your
breath isn’t bad. Take some breath
mints before you hear confessions,
okay?” We nervously laughed
because the proximity that makes
breath noticeable (whether pleasant
or not) can be a bit awkward.
When Jesus breathes on his Apostles
(John 20:22), he must have been
within inches of at least some of
them. This closeness of his breath
has a purpose: the purpose of
forgiveness of sins. “Whose sins
you forgive are forgiven
them” (John 20:23).
Why in the
world would the almost
uncomfortable closeness of his
breath forgive sins?
In the Bible, breath is spirit or wind.
It comes from above and makes that
which is below to have identity. To
not have a single identity is to be
multiple, divided. The word “sin”
comes from an ancient word that
means “to split” or “render asunder.”
Sin divides us sinners and the world
around us; our spiritual “breath”
leaves us and our identity splinters.
Only breath from above
restores. For example, a shattered
vase is rendered whole because the
craftsman breathes the spirit of the
vase back into it when he repairs it.
A human being shattered by sin is
made whole by the breath of God,
breathed by Jesus through his priests.
His breath alone forgives sins. It's
always done with his gentle, loving
closeness.
— Father John Muir
|