La palabra amor está muy trillada, es usada
con mucha facilidad en nuestro lenguaje. Al
decirla, quizá no pensamos en lo profundo
de esta palabra. Hacemos tantas promesas
de amor falsas. A la esposa, al esposo, a los
hijos, a los amigos y a tanta gente le
decimos que la amamos cuando en realidad
no es cierto. En este Domingo de Pascua,
Jesús nuevamente lanza su invitación al
amor, a dar la vida por el ser amado. “Les
doy un mandamiento nuevo: que se amen
los unos a los otros. Ustedes deben amarse
unos a otros como yo los he amado” (Juan
13:34).
Y agrega una frase más para que
quede bien cimentado en nuestros
corazones el significado de la palabra amor:
“En esto reconocerán todos que son mis
discípulos: en que se aman unos a
otros” (Juan 13:35).
Esto es el amor evangélico; esto distingue
mucho el significado de decir simplemente
la palabra amor. El amor evangélico se vive
en las dificultades más dificiles de la vida.
Cuando los percances nos obligan a hacer
cosas, aunque no queramos. Para así
glorificarte en el sufrimiento de cualquier
índole. Esta es la entrega que sublima tu
Evangelio. Así es como se va aprendiendo a
amar: la vida nos enseña a girar el corazón
al amor.
Reflexiona en lo siguiente:
- ¿En qué
área de tu vida has experimentado el amor
de Jesús?
- Si Jesús te dijera: “ama como yo
te he amado”, ¿cuál sería tu respuesta?
En
concreto, solo Jesús puede ayudarnos a
renovar nuestra forma de amar a los
demás.
Gospel Meditation
I’ve always found it amazing that Jesus never
says to his disciples the straightforward
and bumper stickery words “I love you” or
“I will always love you” (a la Dolly Parton’s
song). Why doesn’t Jesus say, “I love you”?
Well, actually he does, but in particular
ways. He says, “As the Father loves me, so I
love you” (John 15:9) thereby rooting his
love for us in the space of the Holy Trinity.
This week he commands, “Love another as
I have loved you” (John 13:34).
He presents
his love for us as a completed action which
continues into the present moment. How
has he loved us? By becoming one of us,
one with us, and finally giving his life for us
in his suffering on the cross. We weren’t
there when he did that, but neither were
his Apostles (except one). Still, that action
is his great “I love you” to us.
His love is also hedged in a command:
“Love one another.” So how can we practically follow it? The great St. John XXIII
wrote in his diary that each day he followed
this rule: “Only for today, I will do
one good deed and not tell anyone about
it.” The hidden nature of a good deed is a
sign that it is truly loving. This week, take
on St. John XXIII’s practical method of following
Jesus’ great commandment of love.
It’s a splendid way to say, “I love you.”
— Father John Muir
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